Post by sandrabrigde on Nov 3, 2007 16:46:31 GMT 1
Título: How I Wish You Were Here
Personajes/shipper: Alison, Robert, mención de Jude y Barb. Alert total.
Spoilers: Hasta la season finale, así que...Oh vale, Re no me va a hacer caso.
Notas: Lo tenía desde hace mucho tiempo, no me atrevía a postearlo porque no sé. Yo y mis tonterias supongo.
A todas vosotras, ya sabeis por qué
Ojala estuvieras aquí.
So, so you think you can tell Heaven from Hell,
blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get you to trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a breeze?
Cold comfort for change?
And did you exchange a walk on part in the war for a lead role in a cage?
How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year,
running over the same old ground.
What have you found? The same old fears.
Wish you were here.
Wish you were here-Pink Floyd
El vacío.
Jamás pensó como se sentiría si alguna vez aquél sentimiento del que todos le habían hablado, la abrazara. Ahora podía disfrutarlo macabramente. Ya no tenía lágrimas para llorar. Se habían evaporado con el muro que construyó. Se fue.
Como él.
Aún no sabía si creerlo. Pensaba que saldría de algún sitio y que estaría esperando a que llegara a su casa para discutir de algo. De cualquier cosa. Ahora mismo no le importaba siquiera el contenido de esa charla. Solo quería escuchar su voz, su grave y dulce voz. Decirle miles de cosas. Palabras que nunca salieron cuando la miró por última vez.
Y sus ojos, verdes. Conectaban con ella como nadie lo había hecho, y por eso intentó protegerse más de aquél hombre.
Apretó las manos contra el pantalón. Se arañó la piel, pero no le importaba. No sentía dolor, ni miedo, ni nada. Estaba rota. Vacía. Sola.
Jugueteó con la muñeca rusa mientras la melodía de hey Jude!, terminaba. Alzó la vista unos segundos, y la vio.
Se mecía hacia delante un poco, llevaba a su hijo encima y tenía un hombro amigo al que acudir. Ella no.
Miró al frente con miedo. El ataúd cerrado bajaba lentamente. Las lágrimas acudieron a ella, empañaron sus ojos y dejó caer el aliento sobre la nada. En ese preciso momento, la canción sonó.
Se estremeció. Una voz rota, perfecta y en armonía cantaba llevándola a la seguridad de que él la amaba más de que lo creía.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year,
running over the same old ground.
What have you found? The same old fears.
Wish you were here.
Las lágrimas caían sin que ella lo impidiese. Esa canción era para ella, lo sabía. Lo notaba en cada nota, en cada sílaba. Cerró los ojos y dejó que una sonrisa saliera del fondo de su alma.
Las flores reposaban en el jarrón en perfecta armonía.
Nada común en su casa. Todo estaba demasiado desordenado, como si un torbellino hubiera arrasado con su hogar. Tres botellas de vino blanco se depositaban vacías alrededor de la mesa del comedor. Una copa vacía y un cuenco de cristal lleno de maltesers.
La monotonía volvería dentro de poco. Quizás en meses, o dentro de un año. Cuando ese vacío se evaporara definitivamente y la dejara intentar ser feliz. Pero ahora todo estaba demasiado oscuro y frío para pensar. Tenía miedo, pánico.
Miró al teléfono y deseó una vez más en esa semana que sonara. Que él se quejara de que nunca se lo cogía y que le reprochara muchas cosas. Quería escuchar su voz, refugiarse en ella y dejarse llevar por la seguridad que le brindaba.
Se apoyó en la pared y se dejó caer. Recordó-y se maldijo por hacerlo- el momento en el que él la sujeto y le dijo que no la iba a dejar. Estaba con ella. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Las imágenes se agolpaban en su memoria, la llevaban por sitios que ellos habían caminado, conversaciones, miradas, gestos.
-Me has dejado sola, maldita sea- dijo sin pensarlo dos veces. Se sorprendió a si misma de la fuerza de su voz- Sola- repitió dando pequeños golpes contra la pared-sola, sola.
-No lo estás.
Abrió los ojos. Delante de ella, con la misma ropa con la que le vio por última vez, observándola como siempre, él. Su respiración se cortó por completo al verle ahí, tan sereno, tan cauto.
-Sé fuerte, ¿quieres?- susurró. Su voz se perdió en la habitación.- Necesito que lo seas, Alison.
Ella lloró una vez más. Aquello la superaba. Había visto espíritus martirizándola, a su madre provocando mucho daño en ella, pero esto era diferente. Amaba con todo su ser a Robert Brigde, y siempre sería así. Aunque fuera fuerte, aunque volviera a su monotonía. Aquél sentimiento jamás se desvanecería.
-¿Qué haces aquí?- balbuceó. Recogió las piernas y las abrazó- Cruzaste.
-El lazo es demasiado fuerte y profundo- contestó. Sus manos la señalaron a ella y después a él. Ella ladeó la cabeza.-Lo has leído - hizo un gesto con la cabeza hacia el libro tirado en el suelo. Alison asintió.- Debería haberlo dicho antes Quizás algunas cosas hubieran cambiado.
-Pero tú te irías de todas formas, Robert.
Él se encogió de hombros. Alison pensó que las cosas serían de otra manera. Hubieran pasado más tiempo juntos. Podrían haber sido felices. Aunque fuera una temporada, aunque llorara más, pero el recuerdo de aquellos momentos idílicos la acompañarían siempre.
-Es mejor que te acuestes. Te veo cansada- murmuró tras el silencio. Ella sonrió. ¡Siempre tan preocupado por su estado!
Alison se levantó lentamente, sin dejar de mirarle. No quería perder la oportunidad de bucear en esos ojos una vez más. Quería soñar con ellos toda la vida.
-Gracias por la canción- susurró ella. Sintió como el calor la embargaba y el vacío se evaporaba levemente.
-De nada- sus manos se rozaron, pero ella no lo sintió.
Robert disfrutó de aquel momento por los dos.
Se despertó con los primeros rayos de luz.
Había dormido toda la noche y creyó ver a Robert en más de una ocasión velando por ella. Se revolvió el pelo, se levantó y se puso la bata de seda. Sus pies tocaban el frío suelo, pero no le importaba. En su interior una lucecita le daba calor.
Bajó las escaleras lentamente. Se asomó al salón, todo estaba igual que anoche. Se agachó para coger el libro y se estremeció.
Durante su agonía, había escrito unas palabras debajo de aquella declaración. Se había olvidado por completo de aquella tontería, de aquella muestra de sufrimiento, de aquel tormento que le hacía demasiado daño.
Ojala estuvieras aquí.
Unas lágrimas acompañaban el golpeteo de la lluvia. La tinta se corría lentamente, pero ella se apresuró a limpiar con cuidado. Sonrió con torpeza y levantó la vista.
Lo estoy.